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Rincón del experto

Confinamiento y enfermedad de Alzheimer

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Enrejado (imagen decorativa)

Modificado de prettysleepy1/Pixabay

¿Cómo afecta el confinamiento por el coronavirus a las personas con alzhéimer?

Durante los últimos meses, con la finalidad de evitar la propagación de la pandemia producida por el coronavirus 2019 (COVID-19), la mayoría de los ciudadanos del mundo se han visto obligados a modificar sus hábitos de vida. Sus gobiernos han impuesto a toda la población la permanencia en sus domicilios. Esta nueva e insólita situación ha modificado nuestros hábitos y rutinas, repercutiendo de alguna manera en nuestro ritmo circadiano.

La Real Academia de la Lengua define como circadiano a todo lo perteneciente o relativo a un período de aproximadamente 24 horas. Se aplica especialmente a los fenómenos biológicos que ocurren rítmicamente, generalmente a la misma hora, como es el ciclo de vigilia y sueño. Los ritmos circadianos regulan a lo largo del día nuestra actividad de un modo global, tanto a nivel mental como cognitivo, conductual, físico y del estado de ánimo.

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Comentario y consejos del experto

Nuestro cuerpo, y sobre todo el cerebro, se ve afectado con la actividad que realizamos, sufriendo numerosas modificaciones en el día a día. Durante las horas de vigilia el organismo está activo pero, por la noche, cuando descansamos y dormimos, se recupera y puede reparar las alteraciones orgánicas sufridas. Esta función biológica es estimulada y regulada por un reloj interno situado en una zona del cerebro, conocida como núcleos supraquiasmáticos, los cuales están encargados de programar de una manera prolongada la actividad que realizaremos a lo largo del tiempo. Así, aunque realicemos cambios en nuestro ritmo de vida, estos núcleos seguirán activados rítmicamente durante varias semanas.

La situación que estamos viviendo desde varias semanas obliga a nuestro cerebro a acomodarse al nuevo escenario, y para ello realizar una readaptación de la programación circadiana. Por lo tanto, nuestro reloj biológico ha de modificar el ritmo circadiano, lo que comportará modificaciones en nuestro organismo. Algunas de ellas nos serán poco perceptibles, como ocurre con las alteraciones sanguíneas y la secreción hormonal, sin embargo otras serán más apreciables, sobre todo aquellas relacionadas con los aspectos físicos, como el control de la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la sudoración y la micción, y con la actividad cerebral, con modificaciones en la agilidad mental, en el estado de ánimo, en el número de horas de sueño, en la manera de descansar y de alimentarnos, y también en el apetito.

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No todas las personas se adaptan por igual a esta nueva situación. Aquellas que sufren enfermedades, fundamentalmente las afecciones en la salud mental, son las más vulnerables. Esta mayor fragilidad se debe en gran medida a que la mayoría de estos procesos conllevan una disfunción en la regulación de sus ritmos biológicos, sobre todo en el ciclo de sueño / vigilia, en la regulación de la temperatura corporal y en la secreción hormonal. De hecho, la mayoría de los tratamientos utilizados están relacionados y orientados a mejorar la calidad del sueño y activar las funciones cognitivas, como la atención y memorización, afectadas en aquellos pacientes que padecen trastornos emocionales y afectivos.

La situación de confinamiento está afectando notablemente a las personas que sufren la enfermedad de Alzheimer, y a pacientes con otras enfermedades neurodegenerativas, tanto a nivel cognitivo como a nivel motor y conductual. Se puede observar un agravamiento de las alteraciones que ya presentaban, e incluso aparecer nuevas molestias que irán variando dependiendo de las fases de la enfermedad.

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En la enfermedad de Alzheimer se produce, ya desde los primeros estadios, una modificación anatómica de los circuitos cerebrales que regulan el ritmo circadiano. Así, en periodos muy iniciales, cuando aún no se aprecian las alteraciones cognitivas (perdida de memoria), ya aparecen los cambios en el ritmo del sueño, mostrando insomnio de conciliación y tendencia a prolongar las horas de descanso por las mañanas, afectando a la función de reparación que se realiza durante el sueño nocturno. La melatonina está implicada en estas alteraciones circadianas que, como hemos mencionado, se pueden presentar hasta 10 años antes de que se desarrolle la demencia, y son tan sutiles que fácilmente estos síntomas son justificados por las preocupaciones del día a día.

La mayoría de las consultas durante estos meses de confinamiento, a petición de los familiares o cuidadores de aquellas personas que sufren demencia, han sido por episodios confusionales, muchos de ellos relacionados con la permanecía continuada de las personas que habitan en casa, con la información reiterada de la televisión en torno al coronavirus, y con la modificación de los hábitos para adaptarse a la nueva situación. Se ha observado un incremento de la ansiedad con episodios puntuales de ataques de pánico, una pérdida de las habilidades con mayores dificultades en la movilización, sobre todo en pacientes que padecen procesos mixtos, enfermedad de Alzheimer con componente vascular. También los familiares o cuidadores refieren mayor pérdida cognitiva y mayor frecuencia de alucinaciones.

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Un ritmo circadiano adecuado es esencial para el buen funcionamiento de la persona. Cada vez se conoce más la gran relevancia de su alteración. Diferentes estudios han señalado que las personas que, por su tipo de trabajo, realizan cambios frecuentes en el ritmo circadiano, tendrán un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Ante la posibilidad de que exista una relación bidireccional entre los ritmos circadianos, el sueño, y la enfermedad de Alzheimer, recomiendan la utilización de melatonina en caso de alteraciones del sueño, como una medida de prevenir el desarrollo de la enfermedad. La melatonina podría corregir esta disfunción, ayudando en la mejora de la calidad y del tiempo de sueño, pudiendo así evitar o retrasar la evolución de la enfermedad.

Es recomendable en estas semanas de confinamiento, para todas las personas en general, pero aún más en aquellas que muestren alteraciones cognitivas, mantener una buena exposición a la luz solar, ya que ayuda corregir las alteraciones del ritmo circadiano, mejora el ánimo y reduce los síntomas depresivos. Movilizarse por el domicilio a lo largo del día, cada hora durante unos cinco o diez minutos, con el propósito de logran hacer 6000 pasos cada día. En el caso que existan alteraciones del ciclo vigilia / sueño y de las horas de descanso, es aconsejable la utilización terapéutica de la melatonina. En el grupo de pacientes con enfermedad de Alzheimer, se ha observado que aquellos que han sido tratados con melatonina corrigen las alteraciones del sueño y las horas de descanso al mismo tiempo que mejoran cognitivamente.

Dr. Secundino López Pousa

Cómo citar esta página:

López Pousa, S. El rincón del experto: Confinamiento y enfermedad de Alzheimer [en línea]. Circunvalación del Hipocampo, mayo 2020 [Consulta: 23 de abril de 2024]. Disponible en: https://www.hipocampo.org/rincon-del-experto/ExpertCase0010.asp.

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Última actualización de esta página: 15-5-2020.
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Última actualización en el sitio web: 23 de abril de 2024
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