Hablamos de que un cuidador sufre sobrecarga cuando esta persona padece ansiedad, está estresada y muestra síntomas de depresión, en relación con su tarea como cuidador y que dificulta dicha tarea.
La sobrecarga es la consecuencia de la suma del estrés psicológico, de la tensión física y de la presión emocional provocada por el esfuerzo asistencial.
La sobrecarga puede ser motivo de la claudicación del cuidador y, de hecho, algunos cuidadores, como consecuencia de la sobrecarga, sufren malestar físico y emocional hasta el punto de que, en algunos casos, los sentimientos de culpabilidad de no hacerlo bien y de incapacidad para seguir atendiendo a la persona enferma, hacen que tengan que dejar de hacerlo, o bien, y así es en la mayoría de los casos, que precisen de atención médica.
Las situaciones que aumentan el riesgo para que un cuidador de personas con demencia o con la enfermedad de Alzheimer sufra sobrecarga, son de dos tipos:
Las principales situaciones que condicionan un mayor riesgo en relación con la persona enferma, son:
Las principales circunstancias en las que hay un mayor riesgo de sobrecarga en relación al propio cuidador son:
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