Los cuidadores de personas con demencia tienen la responsabilidad de realizar las tareas habituales de un ambiente familiar, que incluyen:
Una de las funciones más importantes del cuidador es la realización de las actividades de la casa que, entre otras cosas, incluyen el cocinar, realizar la limpieza, lavar la ropa, planchar... En general, realizar las actividades de la vida cotidiana como en cualquier hogar.
La alimentación es también una de las actividades importantes, ya que la evolución del proceso dependerá en gran medida de un adecuado aporte nutricional para el mantenimiento de la salud, evitar complicaciones y mantener una elevada calidad de vida.
Los pacientes con demencia o con la enfermedad de Alzheimer a menudo pasan temporadas en las que pueden mostrar una alteración del estado nutricional, ya sea debido a una ingesta insuficiente, porque les disminuya el apetito, por los déficits de memoria que inducen a una inadecuada compra y selección de los alimentos, o bien a un aumento del gasto calórico debido a un incremento de la actividad física por el vagabundeo o deambulación errante.
En relación con la alimentación, no debemos de olvidar tampoco la importancia de una buena higiene bucal, ya que una boca en mal estado puede comportar trastornos de la masticación o deglución que dificulten la toma de alimentos, sin que el paciente se queje.
La movilización es muy importante en las primeras fases, para evitar la atrofia muscular y retrasar en lo posible el que el paciente no pueda caminar. Cuando ocurra esto al paciente, se le movilizará y transportará con los medios necesarios, tanto dentro del domicilio como fuera de él. Siempre que sea posible, debe levantársele por la mañana, llevarle de paseo, ir de compras con él...
A medida que avanza la enfermedad, disminuyen las responsabilidades fuera del domicilio, y se incrementan las ayudas en el interior, aumentando sobre todo la movilidad pasiva. Aún así, se debe movilizar al paciente, ayudándole a levantarse de la cama y acostarse, llevarle al baño, hacer que coma en la cocina o comedor siempre que sea posible, y vigilar que no se haga daño al realizar alguna actividad.
Se ayudará al paciente y se le recordará la necesidad de mantener la higiene personal necesaria. A menudo, la persona con demencia se descuida, o cree que no precisa realizar su higiene personal (peinarse, bañarse, cambiarse de ropa, limpiarse los dientes, afeitarse, utilizar los pañales correctamente, etc.).
Siempre que sea posible deben de mantenerse los hábitos higiénicos, animando al paciente a mantener esta actividad el mayor tiempo posible, supervisándole o ayudándole en lo imprescindible, según requiera el avance de la enfermedad.
Mantener una buena higiene hace que el paciente se encuentre mejor, mantenga una buena imagen y evite padecer complicaciones físicas como irritaciones, heridas, infecciones y úlceras.
La toma adecuada de los medicamentos es muy importante desde las primeras fases, sobre todo en las personas que además son diabéticas, debiendo controlarse tanto las dosis como los horarios.
Algunos pacientes con la enfermedad de Alzheimer que no son conscientes de su enfermedad se niegan a tomar la medicación, o bien la guardan y la tiran, pensando que no les es necesaria. En otras ocasiones no quieren tomarla por miedo a que se les esté envenenando.
A menudo, sobre todo en fases avanzadas, se presentan cuadros confusionales o alteraciones de la conducta, que incluso pueden llegar a manifestarse con agitación. En esas situaciones es importante conocer el porqué de esa conducta, y adoptar actitudes que permitan una contención adecuada. Las alteraciones de conducta más frecuentes suelen aparecer por las tardes, momentos en los que algunos pacientes no reconocen su domicilio y desean ir a la casa de sus padres.
Se ha de entender que estos comportamientos no son realizados de manera intencionada, sino que son consecuencia de la enfermedad, y se deberán reconducir y, en lo posible, deberá evitarse la causa que los desencadena.
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